Ayer estuve en este restaurante con dos personas más. Os adelanto que es un poco carillo pero bien es cierto que tiene una calidad exquisita en todos sus productos y, como solemos decir por aquí, “la calidad hay que pagarla”. En todo caso no es un restaurante para el día a día sino para ocasiones especiales.
Nada más llegar preguntamos si tenían vermouth de bodega y nos alegró saber que el que tenían en carta era de Bodegas Raposo, uno de mis preferidos. No dudamos ni un segundo en pedirlo. De momento, empezamos bien. Para acompañarlo pedimos un hígado de pato fresco a la plancha sobre pan brioche que tuvo un perfecto maridaje con el vermouth.
A continuación unas zamburiñas en salsa de gambas al ajillo y unos langostinos a la sal que tengo que decir que estaban exquisitos. Estos dos platos tenéis que probarlos si ó si.
Seguidamente pedimos una fritura de salmonetes y puntillitas que, como quiero ser siempre sincera con vosotros, tengo que decir que me las he comido mejores. No se si fue el producto o la fritura pero no repetiría este plato. Sin duda, fue lo único negativo en tan buen almuerzo.
Para quitarnos el disgustillo decidimos pedir unas ostras que, como podéis ver en la foto, estaban tan frescas y exquisitas como parecen. De las mejorcitas que he comido últimamente y por un precio razobale, 2,5 euros la unidad.
De vino pedimos un Ribera del Duero y un Verdejo. Para ser sincera la carta de vino es escasa por lo que no tuvimos mucho donde elegir.
Luego pasamos al postre… Una milhoja de merengue y un hojaldre relleno de crema. Exquisitos ambos pero tan grande la milhoja que me traje la mitad para casa😉
hojaldre relleno de crema Milhoja de merengue
En resumen, se trata de un restaurante al que hay que ir al menos una vez si queremos probar productos de calidad en una ocasión especial pero no es un sitio para un día a día. El trato del personal es exquisito pero todo tiene un pero: los precios son algo elevados.