Hace unas semanas, por recomendación de una buena amiga, nos dio por acudir a este pintoresco restaurante. Se encuentra en un popular barrio de Isla Cristina entre casas de una planta, propia de los pueblos costeros de nuestro entorno. Siempre digo que en pocos lugares se come tan bien como en Isla pero también es cierto que determinados restaurantes, por uno u otro motivo, despiertan más mi curiosidad.
Se trata de un pintoresco restaurante de paredes blancas y vigas de madera, con un bonito salón emulando a una vivienda y una terraza muy acogedora. Nada más sentarnos aparece el dueño del local y nos toma las bebidas. El hombre, bastante corpulento y simpático, nos dice que como aperitivo nos va a poner un “huevo frito”. Al poco aparece en la mesa con las consumiciones y un platito con aceite salpicado con unas motitas negras que intuímos que eran sal frita. Nos sugirió que mojáramos pan y al hacerlo nos llevamos la sorpresa de que, efectivamente, sabían a lo que nos dijo que traería. Por cierto, estaba exquisito, no se si por el aceite de calidad o por ese engaño que provocaba en nuestro paladar. Ya solo por ese toque original nos sacó una sonrisa pero lo que vino después fue aún mejor.
Como siempre que voy a un sitio nuevo me dejo asesorar, bien por quien me lo recomienda o bien por el dueño del local. Con esta sencilla técnica casi siempre acierto. Así pues, entre otros platos os detallo los que mas me llamaron la atención. Empezamos con una ensalada compuesta por tomates, naranjas, gambas, jamón, lechuga y una buena mayonesa acompañada de un vinagre balsámico. Hasta aquí todo correcto, pero a continuación vino lo mejor.
El siguiente plato fueron unas almejas con pulpo en salsa verde. Nunca había probado este plato pesquero y la verdad es que me encantó. Seguimos con las albóndigas de choco, plato indispensable si vais a este sitio. Nos encantaron. Finalmente vino el plato estrella, festín gastronómico ó maravilla a la plancha, llamadlo como más os guste. ¿Qué sería de nosotros si fuéramos a Isla Cristina y no pidiéramos un exquisito atún rojo? Pero de los de verdad, no de los tintados… solo de mirar la foto se hace la boca agua. Por sugerencia del dueño nos pedimos una combinación de lomo de ventresca y unas “chuletitas” de atún, todo ello al peso. Ya sabéis que el atún, si es rojo, no es nada barato pero en este sitio la relación calidad precio esta mas que garantizada.
No quiero terminar sin comentaros que regamos esta comida con un vino recomendación de la casa, Merallo Godeyo de 2020, exquisito vino blanco del Bierzo que acompañó muy bien todo lo que llegó a nuestra mesa.
Sin duda es un sitio al que hay que ir y mas de una vez. La carta es muy extensa y se nos quedaron muchos manjares por degustar. La materia prima que usan es de lo mejorcito y la relación calidad/precio está más que asegurada. No os defraudará.