Hará como más de 20 años un buen amigo me habló de este restaurante ubicado en el pueblo sevillano de Umbrete. Desde entonces a esta parte habré estado como 5 ó 6 veces y puedo deciros que ninguna de ellas me decepcionó. Su carta está basada en la cocina tradicional mediterránea, con unos platos bien presentados y unos precios más que asequibles.
Nada más llegar os impresionará el sitio. Está ubicado en una céntrica calle del pueblo, spbre lo que en su día fué una antigua casa solariega con unas habitaciones a modo de salones privados y una terraza o patio sevillano con todo lujo de detalles. Solo el sitio es un verdadero espectáculo para la vista.
Nada más llegar suelen obsequiarte en la mesa con una tapita de alcaparrones y aceitunas así como un plato de papatas típicas del lugar. Como suele ser habitual te sirven la bebida y tras unos minutos, tras consultar su extensa carta, nos decidimos a probar algunos platos. La carta es tan completa que cada vez que hemos ido intentamos probar cosas nuevas aunque hay un plato estrella que nunca nos falta en la mesa y es su famosa tosta con sardinas y pimientos asados. Este es un plato que me encanta por su sencillez y potente sabor y que normalmente no suelo encontrar en otros restaurantes similares. Es de obligado cumplimiento degustarlo con una buena botella de tinto. ¿Su precio? 12 euros, más que acertado.
A continuación decidimos aconsejarnos un poco por la camarera tan simpática que nos sirvió y pedimos una Musaka (plato tradicional griego) que costaba 3,50€ (ya veis que los precios están super ajustados) y un plato de albóndigas de mero y langostinos, por 10 euros. Para seros sinceros, éste último plato a pesar de lo sugerente de su nombre, no estaba de nuestro agrado por lo que no os lo recomiendo en absoluto. Por completar este trío nos decidimos por media ración de ensaladilla de pulpo que estaba exquisita, de las que realmente saben a pulpo, por un precio de 7 €. Me estoy esforzando en recordar los precios porque la verdad es que este sitio siempre me sorprende por su calidad, su materia prima y sus precios razonables.
Ensaladilla de pulpo Musaka Albóndigas de mero y langostinos
Tras esta primera tantas decidimos continuar con unas anchoas del Cantábrico enormes sobre una tosta de pan con tomate y, por supuesto, finalizamos con otro de sus platos estrella, sus sabrosos callos o menudo con garbanzos. Si sois amantes de la casquería no os vengáis sin probarlos. Para esta segunda tanda nos decantamos por una botella de Claus, de Rivera del Duero, un vino bastante suave y equilibrado recomendación de la amable camarera que nos atendió.
Anchoas del Cantábrico Claus, Ribera del Duero Callos con garbanzos
Para finalizar, como viene siendo habitual en mis comidas, tomamos un par de postres y café. Como siempre digo creo que los restaurante deberían replantearse el precio de los postres en su carta, máxime si no son caseros. Estos no estaban mal pero creo que su precio de 4,5€ no se ajustaban a la calidad del producto.
En definitiva, Casa Rufino es un sitio de obligada visita para los amantes de la cocina tradicional mediterránea donde, por un módico precio, puedes degustar platos sabrosos y alejados de la nueva cocina minimalista. Espero que hagáis una visita más pronto que tarde y me contéis vuestras impresiones.
y… como siempre digo…”comer sano pero rico, rico”