La taberna del Chef del mar está ubicada en el precioso pueblo de El Puerto de Santa María y fue el lugar donde el afamado chef, Angel León, elaboró sus primeros platos antes de crear A Poniente.
Como muchos otros restaurantes de prestigio, A poniente ha creado un espacio donde degustar su cocina a base de tapas y raciones, recurriendo a la clásica barra en lugar de a los menús degustación que tanto solemos ver hoy en día. Esto supone que podamos probar un poco de su cocina a unos precios más asequibles pero sin perder la esencia de sus fogones.
El local está decorado con mucho gusto, como una taberna moderna, con innumerables detalles y peces colgando del techo. La verdad es que es muy original y agradable.
Os cuento cual fue mi experiencia gastronómica. Allí nos plantamos dos personas y para empezar nos pedimos un surtido de embutidos marinos que imitan a los clásicos de carne de cerdo pero en esta ocasión elaborados con productos del mar como el atún. Seguidamente nos decantamos por unas sardinas a la brasa con berenjenas ahumadas. Ambos platos muy buenos y sorprendentes. Los acompañamos con el vermut que tenían, Lustau.
Seguidamente nos decidimos a probar unas navajas holandesas con tinta de calamar que estaban exquisitas seguidas de unas finas láminas de dorada y plancton al ajillo, una especia de carpaccio de dorada. Este ultimo plato fue el que más me gustó y tengo que deciros que el plancton está muy presente en todos los platos. No lo había probado nunca y me encantó el toque que le da a los platos.
Como se trataba de probar un poco de todo decidimos cambiar de tercio y pedimos unos canelones rellenos de morrillo de atún rojo y un arroz con plancton. Los canelones se deshacían en la boca y dejaba saborear la potencia del atún fresco y el arroz, uno de sus platos estrella, nos dejó con ganas de más. Debo decir aquí que las raciones son pequeñas como es habitual en este tipo de sitios.
Estábamos ya decididos a pedirnos un postre cuando el camarero nos sugirió que no nos fuéramos sin probar las croquetas de chipirones en su tinta. Con un rebozado fino y un sabor intenso que explota en la boca provocando un montón de sensaciones que evocan al mar en todos los sentidos. Una exquisitez sin duda.
De postres la carta es corta. Solo dos opciones, la leche con galletas y el melón osmotizado. Un poco por la tontería del nombre nos decidimos por el melón pero, si he de ser sincera, nada del otro mundo. Esperaba un poco más en el apartado de postres.
En definitiva, se trata de un local original y acogedor con una carta reducida pero que te permite probar un poco de la creación e innovación de Angel León con los productos del mar. Eso sí, el precio elevado para la calidad y cantidad del producto, aunque estás pagando por probar cosas nuevas e innovadoras y creo que, solo por esto, merece la pena acudir al menos una vez.