Este verano no podía faltar a mi cina obligada con el chiringuito El Pato, en mi playa de Matalascañas. Sitio tradicional, de los de toda la vida, para degustar un buen pescado o una buena carne con vistas fabulosas a la playa si consigues pillar una buena mesa.
Este negocio familiar lleva años en la playa y ha ido evolucionando a lo largo de este tiempo hasta convertirse en un referente costero por la calidad de sus productos y por su precio acorde a su materia prima.
La semana pasada estuvimos tres amigas dispuestas a comer y beber bien recordando viejos tiempos entre copas y risas.
Para empezar pedimos unas coquinas que aquí las hacen de escándalo, una pimentada y, como no, unas gambas frecas y blancas de Huelva. Todo ello fue regado con un exquisito vino blanco de la tierra, Viña Barredero, de Rociana del Condado. Las coquinas grandes y en su punto, las gambas fresquísimas y la pimentada elaborada a base de productos naturales estaba para mojar pan.
A continuación pedimos unas berenjenas fritas, plato que no puede faltar en vuestra visita pues saben darle un toque ideal a la fritura y las convierten en unas de las más ricas que he probado nunca. Aquí quiero aclarar que todas las verduras que usan son de huerta por lo que cualquier plato, en este sentido, está mas bueno de lo que es habitual en otros sitios. También nos pedimos sus afamadas tortillitas de camarones, igualmente fritas en su punto.
Para rematar el día nos decidimos tomar algo de pescado. En este sitio siempre lo tienen fresquísimo ya muy buen precio y en este sentido creo que se puede tomar el mejor pescado de toda la playa. Nos decantamos por unas sardinas a la plancha (aún no las había probado en todo el verano y en estos días es cuando suelen estar mejor de sabor) y unos boquerones fritos.
Y finalmente la que para mi es su tapa estrella. El atún con tomate, con un pescado fresco y una salsa de tomate de huerta de las mejores que he probado nunca. Este plato, al igual que las berenjenas o su amplia variedad de pescado tenéis que pedirla en vuestra visita.
El precio, lo mejor. Siempre salgo satisfecha en este sentido. Por poner una pega quizás el sitio es demasiado ruidoso debidoa la estructura de su amplia terraza pero merece la pena aguantasr un poco de ruído a cambio de una comida espectacular y unas vistas impresionantes.