Muchas veces os he hablado de la materia prima de cercanía, esa que compramos en nuestra tienda de barrio y a la cual recurro en muchas ocasiones para hacer mis recetas. En mi caso, muchos de los ingredientes que obtengo son de mi huerto particular y del que os pongo unas pequeñas fotografías para que veáis lo bonito que está en estos meses de primavera. Es una de las muchas ventajas de vivir en un pueblo.
Normalmente solemos tener naranjas, limones, cebollas, remolachas, patatas, calabacines, pimientos, zanahorias, tomates, berenjenas, habas, lechugas, coliflores y ajos, dependiendo de la época del año naturalmente.
Esta mañana, por ejemplo, me he echo un exquisito zumod e naranjas para comerzar el día con mucha vitamina C.
En estas tres fotos podéis ver mi árbol cargado de nísperos, lechugas y cebollas y muchas, muchas patatas.
Comentaros que tener un huerto requiere de un trabajo extra bastante sacrificado pero si te lo tomas como una afición y tienes paciencia al final se convierte en un aliciente tanto para los ojos como para el paladar.
Normalmente tenemos productos de temporada y vamos recolectando según llega el tiempo. Hasta hace poco teníamos un montón de habas pero ya las hemos recogido y es una pena que no pueda mostrároslas en las fotos.
En las siguientes fotos os muestro patatas (están enterradas ya que son tubérculos) y la flor del calabacín que en estos días se muestra de esta forma. Justo detrás podéis ver un calabacín.
El concepto de huerto básicamente me gusta por dos motivos: porque ves como van creciendo los alimentos que cultivas y porque sabes que lo que te comes no ha sido tratado con ningún producto nocivo. Tanto la presencia como el sabor de todas las frutas y hortalizas que se cultivan son espectaculares. Es más, hasta lo que no se come está precioso como las flores que os muestro en las siguientes fotografías y las remolachas que siempre vienen bien para comer aliñadas con cebollita fresca o en ensaladas.
Como se aprecia en las primeras fotos que os he mostrado, en el huerto tenemos un pequeño gallinero de donde obtenemos unos huevos de corral fresquísimos del que ya os hablaré en otra ocasión pero del que os dejo una foto con lo obtenido esta misma mañana.
Después de un rato en la cocina, con esta maravilla de materia prima, ya tengo el almuerzo casi preparado para hoy. Una estupenda tortilla de huevos de corral.
Hasta aquí todo lo que quería contaros de mi huerto. Como veis, ante un desabastecimiento en las tiendas no me faltará donde acudir en casa de tener un poquito de hambre. Como empiezo diciendo en este artículo “Quien tiene un huerto… tiene un tesoro”.